LA CUEVA DEL MOHAN
La Cueva del Mohan es una fortaleza natural, en forma de pirámide, que tenía la nación de los panches para proteger las tierras del cacique Calandaima. Según las leyendas, cuando los españoles comenzaron su travesía hacia Tocaima dejaron enterrados en esta zona muchos de los tesoros que le habían saqueado a los indígenas. Años más tarde en este punto estratégico ubicado en la cima de la montaña habitó un ermitaño.
El templo de Nuestra Señora del Rosario, que reposa en el marco de la plaza principal, fue construido a partir de 1805 con el material que quedó del antiguo convento y de la iglesia de San Vicente de Tocarema. La obra, en este tiempo, tuvo un costo de 7.000 pesos y los dos arquitectos que estuvieron a cargo eran oriundos de La Mesa y de Tocaima.
Con aguas naturales provenientes del río Curí se llenaron las dos piscinas de color azul y verde que funcionan en El Mesón Bochica. Este sitio turístico que está ubicado en el kilómetro 35 vía Anolaima se destaca, además, por la piedra de gran tamaño que colinda con los baños turcos y la sauna.
En la vereda Puente Tierra, hace muchos muchísimos años vivieron unas mujeres inglesas que tenían muchos tesoros. Por obvios motivos no tardaron en tener varios pretendientes a sus pies. Un día, misteriosamente aparecieron asesinadas... desde esa fecha un fantasma es el guardián de este lugar que es conocido por los vecinos como la casa embrujada .
Desde la cima del cerro del Mohan se puede observar la región del Tequendama en todo su esplendor. Además, allí hay un túnel que conecta con la mina de esmeralda que está localizada entre la vereda Montelargo y Esmeralda. Cuenta la historia que en el año 1886 se le dio el título a Eduardo Urdaneta para que las explotará.
La Hacienda Santa Bárbara, una casa estilo colonial español, elaborada en piedra labrada y en barro pisado, al igual que el convento de San Agustín; fue construida por los Padres Jesuitas en el año de 1630.
Este hermoso lugar durante algún tiempo fue conocido como La casa de la heroínas . El sobrenombre lo obtuvo cuando Pablo Morillo, el pacificador, llegó a la población, situación que obligó a las damas de las aristocracia a refugiarse en la hacienda durante varios meses.
Los años transcurrieron silenciosamente hasta que en 1779 y después de expulsar a los Jesuitas, el Marqués de San Jorge se convierte en el único dueño de Santa Bárbara y, dicen las malas lenguas, que allí se quedaron enterrados los tesoros que los religiosos no se pudieron llevar a Europa.
En 1882 el Ministerio de Educación de la época envía a José María Vargas Vila a dictar unas cátedras en este municipio. El es alojado en la Hacienda y allí escribe el libro Aura o las Violetas.
El último personaje que habitó la hacienda que cuenta con hotel para 50 personas, piscina de agua natural, plaza de toros, discoteca y colegio fue Antonio Galán hace aproximadamente 14 años. Ahora Santa Bárbara funciona como una finca para el turismo.
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